El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Casting para madrileños

Grace Morales Creaciones Madrid— 09-12-2013

El ilustrísimo Ayuntamiento de Madrid 1 ha decidido renovar la imagen de sus ciudadanos con el objeto de ofrecer una percepción de la capital a los visitantes y nuestros Superiores en el extranjero mucho más atractiva. Las autoridades están muy preocupadas porque los turistas llegan y en lugar de encontrarse con ese pueblo lleno de tipismo y alegría, todos vestidos de flamenco y cigarreras de ópera francesa, se topan con un grupo de gente bastante agobiada por asuntos ajenos a la fiesta y la feria, así como con un enjambre de pedigüeños y timadores zumbando a su alrededor, situación que no ayuda en nada a la hora de aumentar más aún los ultra millonarios ingresos, fin último de la ciudad para sus instituciones al que nos debemos en cuerpo y alma los buenos madrileños.

Para empezar, medidas como la nueva ley de seguridad impedirán que las vergonzosas conductas de grupos y clanes de anarquistas organizados no queden impunes por más tiempo. Esas bandas de simpatizantes de la violencia contra el legítimo derecho de lanzamiento de inmuebles y las regalías soberanas de los bancos, esa canalla que demuestra sin pudor alguno su burla contra instituciones sagradas como las fuerzas y cuerpos de seguridad, por no hablar de cómo han pisoteado conceptos durante años bajo el yugo de gobiernos criminales de socialdemocracia; por ejemplo, los de “iglesia católica”, “multa” y “España”, favorecerán que esta vergüenza para todos los madrileños abone religiosamente unas sanciones proporcionales a su bochornoso comportamiento, y a continuación sean castigados conforme a la ley; esto es, de forma expeditiva, porque era lógico que la conducta de esta gentuza hubiera de poder ser juzgada por los agentes municipales, vigilantes de seguridad, policías y antidisturbios, en un bello ejemplo de represión democrática contra el altercado y las protestas de indocumentados que no saben ni lo que dicen de lo drogados que van a estas concentraciones que son la vergüenza de Europa. ¿Para qué molestar a jueces y tribunales, si a estos se los puede despachar en un tris por un exabrupto torpe o un aspaviento equívoco? Podemos hablar de justicia extrema a lo Charles Bronson, pero con crestita o pelo cenicero. El bigote, de momento, es opcional.

De esta forma, y como bien argumentaba nuestra alcaldesa hace unos días, gracias a la reforma laboral ejecutada por el gobierno, que ha sido el mayor avance de la historia de la humanidad, el pueblo quedará por fin depurado de indeseables que encima pretendían ser personas, incluso personas dentro del liberalismo, que aspiraban los inútiles a tener una asistencia médica y encima eficaz dentro del servicio gratuito, dónde vamos a parar. Hasta tener calefacción en invierno o pedir un café algún día en un bar, sin disponer del dinero suficiente, arrinconando a esta chusma al lugar de donde no deberían haber salido nunca. La gente como debe ser, a sus negocios. Los demás, a la chabola.

La segunda vía para mejorar Madrid es más cool, más acorde con estos tiempos de imagen y redes sociales. Igual que el Ayuntamiento ha convocado un casting para organizar la música callejera, que ya estaba bien de rascatripas dando la vara por las principales arterias de la ciudad, así, a lo loco, vestidos como jipis de mercadillo y molestando a las personas, un comité de funcionarios-músicos, mediante audición, ha seleccionado a los intérpretes mejor preparados y de aspecto menos desagradable. Lo importante es que no sean molestos para la ciudadanía, especialmente para los consumidores, e interpreten canciones adecuadas para el horario
comercial, entre los éxitos del chotis y el pop-rock.

Seguro que en pocos días organizarán la selección de pobres: una cuidada y mucho más reducida representación de lo mejor de los pordioseros, pero a la antigua: tras una purga de los extranjeros, sólo los españoles con antigüedad de más de cinco años pidiendo por la calle —para ello se organizará una prueba física y otra teórica— se podrán situar a las puertas de determinadas iglesias y edificios históricos para ofrecer un cuadro más poético que repugnante. Nada de pobres pidiendo a la salida de los grandes almacenes o abordando al visitante cuando se dispone a entrar o salir del 100 Montaditos o El Museo del Jamón, que hace muy mal efecto. La alcaldía hará un esfuerzo en vestuario por transformar al mendigo en un figurante de fantasía que ponga el contrapunto necesario, por ejemplo, en las visitas turísticas a la Almudena, demasiado austera en sus formas, para que la gente se pueda fotografiar al lado de un pobre auténticamente madrileño junto a la estatua de Juan Pablo II.

Estas disposiciones son previas a la renovación del pueblo llano, despojado de esas feas capuchas y buzos con los que se embozan, por orden de la autoridad competente, nuestros vigilantes del tráfico favoritos. Despojados por fin de cualquier rastro de comportamiento antisocial, los madrileños seremos los habitantes ideales de esta dictablanda del disloque en la que vivimos.

1 Ilustrísimo, que no ilustrado. Tampoco ilustre en realidad.

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