El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Vida

Magda Bonet Cancionero moderno— 17-10-2013

Por el mes de Julio o así estuve en el único concierto que dio Luz Casal en tierras peninsulares, en tierras catalanas, en Roses concretamente, al sur de Francia y al norte de Castilla, pero el único que dio en toda la piel de toro (los demás los dio en el guiri; el guiri no es el extranjero, porque el extranjero y la sombra de Camus están con todos nosotros como dios señor nuestro hasta en la sopa), que también podría ser la silueta de una mosca atrapada contra el vidrio con una paleta en forma de mano que a veces utilizo, zas, bien asesina. Cuanto más se quieren definir los límites geográficos, cualquier límite, más se transgreden los límites en general. Unos y otros, la casa sin barrer, y el toro muerto bajo los pies, una alfombra, que por lo que se ve necesitaría un feng shui, una espuma seca, un algo, porque emana poco entendimiento y al rico dogma va saltando por encima del sentido común sin ninguna gracia.

Todo esto era para decir que estuve en el único concierto que hizo Luz en España, fuera de España, en Roses, en Catalunya, sentadita muy mona entre el público, cuando de repente oí una voz que no era la del cantar, me di la vuelta y ahí estaba una chica joven junto a un chico joven que se levantaba a por el coche porque la chavala se había puesto de parto. Si es una niña le pondremos Luz. Y si es un niño ponle Rufino que de bien seguro traerá un langostino bajo el brazo. Aquí ya no se pescan. Y muchas gambas de Palamós son xarnegas, te lo digo yo. La vida es así, una cosa es encontrarse en un sitio y otra creerse que eres de alguno. ¿Y tú eres catalana? Todita del coño de mi madre y del huevo que te dije, como el que ahora te aprieta, descendiente de Jifré El Pilós y un pez fosilizado que se volvió pájaro.

Venía a decir que la vida surge en cualquier momento y cuando lo hace entre la música es más subidón. El tema está más manido que los últimos obituarios (y ya es decir) que el alma escribe (Josep Fortuny, músico, poeta, cuántas risas, cuántos análisis) y la boca no habla para no ir molestando ni cantando a la ausencia lo que quizá no se cantó en vida con la fuerza que se requería. O puede ser que cuando te alcanza la pena y sobreviene la certeza de que sólo somos un charquito de agua en mitad de un concierto, esto te devuelve una falta de efectividad bumerán por el poco tiempo que pusiste a disposición de quién te agrada y empiezas a contar los claveles que no entraron en el ojal de su chaleco.

Tiendo a hablar en tercera persona cuando afirmo cosas que siento yo. No es rollo mesiánico, es rubor y también es la ilusión de que alguien comparta lo mismo, que lo mismo pasa.

No sé si el que llegó a Roses fue niño o niña. No sé si era una cosa o fue la otra. Los padres no lo quisieron saber, me dijeron. Y a mí me parece bien no querer saber el sexo del que vendrá, lo que no me parece tan bien es hablar en mitad de los conciertos, mucho más si te regeneran más que una estancia en un balneario, pero la ocasión pintaba bastos y me ofrecí de pre comadrona, cosa de la que me libró la parejita con un muchas gracias y cara de terror. Será que no tengo mucha pinta de atender partos, aunque el hábito no siempre hace al monje y eso lo sabe todo el mundo, aunque asistir partos, nacimientos, proyectos y cambiar el aspecto de las cosas es lo que hago y he hecho más en toda mi vida, por encima de todas las demás cosas del ir haciendo.

Soy el hombre que muere cada día, cantaba John Foxx en Ultravox. Cuando se fue el cantante, la banda me dejó de interesar.

Hoy día, en este país, Andalucía arriba, donde me encuentro, cerca de Roses, en la esquina del toro, de la mosca cojonera acojonada, la mayor parte de la gente, los pobres – que siempre somos más -, deberíamos decir (o cantar, qué caray) que somos mujeres y hombres sobreviviendo cada día, aunque a mí me pega más lo del renacer diario porque lo siento más semillita de futuro.

Parir cada día es preciso, como lo es asesinar los frutos de los partos que salen chungos (entendedme en la justa medida del refrán de ni qué imposición ni qué niño muerto) porque siento que solo así, lidiando con la vida, al modo chulesco con relicario va por dentro, podemos, perdón, puedo, ir dándole a cada día lo suyo, sorprendiéndome y aplaudiendo la vida que si se hace entre la música es lo más grande que pueda haber, siempre que no falten los durillos para mí, para ti, para todos y para nuestros churumbeles que no vengan de la caridad si no del apretón del sudar el oficio que se conoce.

Cantar y escribir son dos oficios, pero levantar el polvo de la tierra que pisas, pegarte de piños, negar el diálogo, aumentar los argumentos zafios y toda esta purria loca que los contertulianos de los medios conocen tan bien es un delirio. Y hace muerte.

Comparte este artículo:

Más articulos de Magda Bonet