El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

¿Quién nos ensucia el Museo del Prado?

Jorge de Cascante Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo— 15-02-2013

Me hice vegetariano como parte necesaria del Camino de Perfección que empecé a transitar hace ya un tiempo. Pasarse a vegetariano tiene sus inconvenientes, la gente pregunta mucho por el tema y a veces no tienes claro qué responderles. “El atún te le podrás comer sin problema porque no es carne, ¿no?” Es complicado. Mi esposa y mis hijos no me ayudan. El tema se presta a la anécdota y a que te tomen el pelo, pero yo ahora pienso que tienes que mantener una ignorancia grande para seguir comiendo animales en dos mil trece. Para sobrellevarlo sin perder la Fuerza de Vivir me pongo salsas distintas compradas en el Mercadona encima de los tofus y de las hamburguesas jardineras y esto sumado a mi profunda adicción al ibuprofeno me ha provocado un baile de los esfínteres que me han dicho los doctores que ha llegado para quedarse. Merece la pena ser vegetariano porque los animales para mí no son ninguna broma y de cerca muchos te miran con ojos tristes —algunas familias de patos sobre todo—, pero no voy a negar que sufro unas digestiones que parece que guardo a Pinocho mojado quemando plástico en mis adentros. Gire usted aquí a la derecha. No vaya por José Abascal, que a estas horas está imposible. Vaya por los bulevares. Lo último que necesito en mi vida es otro atasco.

¿Ha visto usted qué mujer? La que acaba de salir de la boca del metro. ¿Ha fichado usted ese culo? Si te vistes de puta la gente te piensa puta, es de cajón. Las mujeres son un peligro, hágame caso: no hay nada como estar con los amigos. El entendimiento que puedes alcanzar con un hombre no lo puedes alcanzar con una mujer. A las mujeres les vale cualquier cosa. Yo he viajado mucho a causa de mi profesión y no he conocido mujer buena en ninguna de las esquinas del mapa terráqueo. Aparte no tengo nada en contra de los maricones, pero me dan asco. Soy autónomo. Sepa usted que España es la corrala del alma. Es imposible dar en España ni con un niño que se esté quieto ni con una mujer que no sea una cerda, y cuanto más al este de la Península: peor. Está en el aire. Al salir del túnel éste me dice el teléfono móvil mío que hay radares de la velocidad: guarde la calma y no acelere. Otro culo magnífico es el de mi asistenta, que es una señora grande de Rumanía, un culo “deliciosamente disfuncional”. Perdone usted que enlace así los temas. Mi asistenta rumana me daba pena al principio por lo de sus hijos tan lejos y su marido muerto debajo de las ruedas de un camión pero ya no me da más pena desde que he visto lo mal que me limpia la cubertería de plata del abuelo. Pero ese culo no se lo quita nadie. Hágame el favor de tirar por el carril de la izquierda, que no he nacido ayer.

Soy romántico igual que soy vegetariano: por necesidad. Esto en mi cabeza no es un tasis, esto es una calesa blanca que me lleva. Todo depende del enfoque de la mente. ¿Ha estado usted en “Casa Pichón”? Las mejores croquetas de Madrid ni más ni menos. El doce del doce del doce lo celebré allí, soy hombre de costumbres. El doce del doce del doce fue una fecha que no volverá hasta dentro de por lo menos otros cien años que yo creo que no estaré vivo aunque ahora los viejos ya no se mueren más gracias a los milagros de las medicinas que les dan en las consultas así que quién sabe. Soy un romántico. ¿Esto es Eduardo Dato ya? Me bajo un pelín antes de llegar a la Castellana, a la altura de las oficinas de la Mutua. Ahí mismo, donde las mujeres altas charlando. ¿Ve usted dónde? Déjeme ahí con ellas. Una tarde de cañitas, tapeo y solecito apetece siempre, ¿verdad? Y coincidiremos en que no hay nada como estar con los amigos. Pero donde se te ponga una tranny gorda y guapa con una Buena Polla que se quite todo lo demás.

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