El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Hay negros

Jorge de Cascante Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo— 30-11-2012

He leído en un libro acerca de la tristeza imprevista que asalta a según qué alpinistas en la cima de los picos de según qué montañas que son conquistadas por primera vez. ¿Entiendes lo que te digo, Yolanda? Nunca he dejado de tener presente que yo he sido para ti el primero. Has de saber que sigo enamorado, soy un señor y la diferencia de edad no es para mí un problema. Los últimos ocho meses han sido increíbles; atesoro en el recuerdo aquellos días en Cabo de Palos, nunca en mi vida había estado tanto tiempo seguido empalmado. Pienso en ti sin pausa y sigo sin explicarme por qué te has tenido que ir tan lejos, lo de la beca me sigue pareciendo una idea nefasta, con la de cosas que te quedan por ver en Madrid… Escucha: en un matrimonio como Dios manda el uno se convierte en guardián y amante de la soledad del otro, estarás de acuerdo, no sé qué soledad es la que guardo yo ahora mismo, si la mía o la tuya; que vale que lo nuestro no es matrimonio, pero bien podría serlo. ¿Y si soluciono lo mío y nos casamos? Puede pasar en cualquier momento. Contigo a mi lado me noto capaz de cualquier empresa.

No hagas caso a tus amigas, están verdes de la envidia, te tienden trampas, quieren separarnos. Y al menos a tres las he notado que me comen con los ojos, no doy nombres porque no quiero malmeter pero ya te puedes imaginar a quiénes me refiero, una lleva coleta, no te digo más. El comentario malicioso es la lluvia que nos llueve todos los días, haz caso a tu corazón. ¿Te he tratado mal, acaso? Te he tratado muy bien, Yolanda; a menudo incluso mejor de lo que te has merecido, y lo sabes. Más te valdría buscarte unas amigas que no fuesen unas guarras (según está el panorama lo tienes difícil).

Anoche apenas pudimos hablar, perdona. ¿Qué tal tus primeros días en la ciudad esa? Estupendos, espero. ¿Sabes qué clase de gente tiene derecho a voto en tu nuevo país de paso? Lo he mirado en internet, están sin civilizar, menudas caras. He visto un documental en el canal “Arte” y tienen las pollas como el cerrojo de un penal, yo soy un señor pero no me siento cómodo manejando este dato. Además, en el último correo electrónico tuyo me dijiste lo siguiente: “voy a pasar los primeros meses borracha para ir soltándome con el idioma jejeje”, y a mí la combinación de Grandes Pollas de Colores contigo indefensa y borracha y tirada en el suelo de la discoteque me hace que me sienta el doble de mal, Yolanda. Me llamarás anticuado pero estoy siéndote sincero y nada más. Si es por la experiencia ya te digo yo que todo está en los libros, y si lo que quieres es dar con un trabajo sabes que te puedo colar sin problema en la correduría, que no es ninguna broma. Guapísima: qué quieres que te diga, no lo entiendo, a veces pienso que funcionas por inercia. ¿Qué se te ha perdido a ti fuera de España?

No te asustes pero el domingo tuve un accidente con la moto pero estoy bien, han sido unos rasguños. Me dirás “te lo dije” y tendrás razón, pero en mi descargo alego que el que elige vivir a lo grande tiene también derecho a equivocarse a lo grande. Me la pegué por donde el Puente de los Franceses, no fui ni al hospital ni a casa, que María Luisa y los niños me habrían cantado las cuarenta, pasé la noche en donde mis padres hecho una llaga, mi madre se lo tomó fatal, pobrecilla, noventa y siete años, me dio una pena… Yo me metí en mi antiguo cuarto a llorar, estoy más que sensible, con este corazón mío que siempre ha sido como de chapistería. No sé qué me pasa. Pero estoy bien.

Yolanda, por favor, no quiero que te me desmandes mucho. Lo mismo no volvemos a vernos porque caes en las garras de un nativo de los de allá o lo mismo acabamos juntos hasta que nos muramos, esto no podemos saberlo. A mi edad estoy de vuelta de todo y preparado para lo que venga. Pero es importante que no te eches a perder: tienes buen fondo y eres lo que se conoce como “un encanto”. Haz como yo y no te dejes llevar ni por las modas ni por las gentes. ¿Entiendes lo que te digo?

Espero que después de leer esto ya estés menos triste. No te olvides de que aquí me tienes para lo que necesites, me acuerdo mucho de ti, apareces en mi memoria con una sonrisa preciosa en la cara que no se te va nunca, siempre tan contenta. Recuerda que si no estás contenta no me gustas lo mismo que si lo estás, tú quieres gustarme y yo quiero que me gustes. No me vuelvas a llamar al fijo de casa, llama mejor al móvil que te dije. Y estudia mucho y no te juntes con según qué chicos, piensa en el futuro. El futuro no avisa, Yolanda. Un día cumplirás cuarenta, saldrás a la calle y no te querrá ni tu padre.

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