El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

En contracampo también

Carlos Acevedo Esto nunca fue mejor— 31-10-2012

Los momentos que prefiero son aquellos donde, si bien no todo está en su lugar, aquello que me rodea resulta oportuno: sin aspavientos ni desmesura, equilibrado y extrañamente ajeno, distante; con la temperatura justa y los olores adecuados. Suelen durar poco rato, con suerte algunos minutos, pero los percibo como un perfecto síntoma de alegría. Al pensar en esto, el término velocidad crucero me pareció prudente para definir esa sensación de completa calma que en ocasiones me acompaña cuando paseo, pero, dado que lo percibo más a menudo cuando estoy sentado y entregado a no hacer absolutamente nada, me parece impreciso: no se ajusta del todo al tipo de instancia que pretendo referir. Cómo llamar a esa sensación de un modo pleno, acorde y armónico, del todo plausible si la pongo en contraste con cualquier perturbación física que me obligue a hacer algo, cualquier cosa (desde abrigarme hasta ir al baño; beber, comer o querer de fumar).

Hace unos días paseaba a velocidad crucero por el carrer de Mèxic hasta llegar a Gran vía a fin de meterme en el metro y volver a la vida, abandonar de una mala vez esa suma de ánimos mal enjugados de la antigua Europa que se conjuran en el palacio de Montjuïc y sus alrededores; dejar de pensar en mapas y en trazados, en territorios inabarcables y en parques temáticos de lo obvio donde lo obtuso adquiere un relieve que en ocasiones resulta interesante sólo por oposición.

Más que conocer una ciudad, pensaba, siempre estoy reconociendo en ella las ciudades que he abandonado. Jamás he tenido la sensación de encontrarme con algún paisaje del todo nuevo: todo paseo se inscribe en un eco de lo ya vivido o visto. Con esto intento evidenciar que en toda novedad encuentro fisuras que evocan alguna imagen previa, rígidamente instalada, contenida por lugares donde nada goza de un significado del todo completo, cerrado. Intuyo que esto se debe a que suelen encallarse en la incertidumbre. Por ejemplo: ¿qué pensar del centro comercial Arenas de Barcelona? ¿Cómo responder a la idea de conservación que poseen quienes articularon tamaño engendro? ¿Hay una manera no reaccionaria de resolver la profunda desazón que embarga al verlo? ¿Debería olvidar que detrás de este pastiche de gusto dudoso hay prodigios de la técnica dignos de aparecer en un programa de cable en EEUU?

Intento hacer inventario de los ecos del malestar que me provoca la imagen de un edificio así intervenido pero me detengo en las imágenes aéreas que se venden o vendían como postales. Esas siempre asiduas a la monumentalidad y a un pasado que no imagino preocupado por proyectar hacia la posteridad un instante fijado así de incompleto e hirsuto.

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