El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Cosas que pasan

Frank G. Rubio Señales— 09-05-2012

Creo que somos propiedad de alguien…
Charles Fort

Recientemente, un amigo escritor me comentó, mientras nos despedíamos, que donde hoy encontramos la ciencia-ficción es en la primera pagina de los periódicos. Ambos sonreímos mientras nos estrechábamos la mano, y a pesar de tener ideas políticas claramente opuestas, dijimos, a coro: “Modalidad distopía, ¿no?”.

Aunque las noticias realmente significativas, más allá de las mentiras a compartir que todos los días emiten los moldeadores de la opinión pública (tan necesarios y democráticos ellos), están muy adentro de las publicaciones. Como bien saben los espías, los antropólogos, los escritores y los kallikantazaroi. Perspectiva lovecraftiana pues, con una pizca de humor de La Codorniz, y adelante.

Y como señalaban los pre-jurásicos Tip y Coll: mañana hablaremos del gobierno, de la crisis y de la que se avecina. Aunque creo que no demoraré tanto tiempo.

Una asociación de vendedores de colchones estadounidense ha realizado un estudio en el que se ha llegado a la conclusión de que más de un tercio de los habitantes de este país (los hombres curiosamente son más propensos que las féminas) necesitan más horas de sueño que las que sus periodos de descanso les proveen, echando consecuentemente alguna cabezada que otra en los lugares más cotidianos (trabajo, baño, transporte colectivo o iglesia). Además, la mitad de los habitantes de “la nación de los libres” prefiere el sueño al sexo. A la vista del modelo económico y social vigente en el país del ojo en el triángulo, que combinado con el más rampante sexismo ginecocrático ha sido exportado al planeta entero, la segunda parte del estudio no resulta incongruente. Teniendo en cuenta el impacto de los mass media, el crecimiento de la religiosidad (crecen católicos, “políticamente correctos new age” y musulmanes como setas venenosas) y la concentración de poder en un uno por ciento de la población a mí no me sorprende ya nada. Mundo de sonámbulos sintonizados a mama automática: el público zombi. La ciudadanía previsible de la Nueva Jerusalén.

En Egipto, una ley podría, pronto, dicen, permitir a los maridos acceder carnalmente a sus esposas hasta seis horas después de su deceso. El Consejo Nacional Egipcio de la Mujer, una organización protofeminista, ha puesto el grito en el cielo. Un clérigo marroquí había decretado en el 2011 que el matrimonio persistía incluso después de la muerte. Unas horas, afortunadamente, añado. Es justo decir que el clérigo también consideraba a la mujer merecedora de sus horas necrófilas. La verdad es que son más obtusos los que se oponen a algo así, considerándolo una afrenta contra la recién descubierta sacralidad laica de la mujer común, que los que supuestamente lo proponen. En fin: otra movida para desviar la atención de las multitudes, esta vez en la tierra de las pirámides. Lo más interesante es el uso de la difusión de la noticia en la prensa británica para cuestionar las medidas que los elegidos en las elecciones, islamistas en gran medida ortodoxos, pudieran proponer. Frente al clérigo marroquí y sus aportaciones doctrinales, repito, a mi juicio absolutamente inofensivas, ya ha surgido un popular presentador de televisión que se enardece defendiendo valores “progresistas”. Menuda les ha caído a los egipcios con la supuesta democratización de sus instituciones. No saben en qué infierno se meten.

Y nosotros caminando pausada pero ineludiblemente hacia la intervención o la salida del euro. Es decir, hacia la ruina. Sabiamente guiados por nuestros líderes políticos por el camino que marcan tanto nuestra defectuosa y meretricia carta magna como nuestra real condición de satrapía del capital financiero transnacional. El hedor a rebaño y a crimen que adornan a nuestra ciudadanía y a su clase dirigente respectivamente, resultan cada día más intensos. Con todos mis respetos, queridos niños, necesitamos algo similar a lo que hay en China (Tiananmen incluido) y poner punto final al dominio que cinco millones de parásitos ejercen sobre todos nosotros (decisores, asesores, beneficiarios de primer grado, esbirros y clientelas). Sin parches, sin contemplaciones y mirando hacia Eurasia. Pero ¿quien le pone el cascabel al gato? Más aún en un país entontecido por los media, dividido por líneas de género y con una izquierda desoladora que, con sus imbecilidades, complicidades y crímenes, ha aportado más de la mitad de lo que nos afecta.

“Todo debe ser colocado cabalmente siguiendo un orden fulminante”, como señalaba Artaud, pero ¿donde están nuestros Ulises, nuestros Viriatos o nuestros Gengis Khan?

En Lituania, un padre al que su hijita de tres años reveló que había sido tocada por el speaker del Parlamento y un juez, no dudó, tras ver que sus apelaciones a la justicia no eran escuchadas, tirar por el camino recto y ajusticiar a tiros a ambos representantes de la sociedad civil y política. Ahora anda huido con el apoyo de todas las personas de buena voluntad que le ocultan.

No caerá aquí, en esta tierra ausente de coraje, inteligencia y honestidad esa dulce breva.

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