Estoy deseando que los americanos den el visto bueno a los terrenos y construyan Las Vegas en Madrid. Yo preferiría Alcorcón, que me pilla más cerca, pero si al final la megaestructura cae en Valdecarros, pues tampoco pasa nada. Lo voy a sentir por la Cañada Real, que será fundida en un abrir y cerrar de ojos. Tantos años penando en el barro, tantas redadas y tanto follón, para desaparecer por las exigencias de un multimillonario que tiene loquita con su acerbo empresarial a la Lideresa. Aunque no entiendo el motivo de querer acabar con el poblado. Puedo comprender las razones decorativas, pero no las económicas, puesto que se trata de un lugar que, con todos sus inconvenientes, genera riqueza. Como solución, se podría hacer un cambio de look al asentamiento y venderlo como ruta folclórica, una cosa de bandoleros y cigarreras donde venden productos recreativos muy populares.
Más complicado veo el asunto de Valdemingómez, que tampoco gusta a los gestores del proyecto. Aunque bien pensado, unas Eurovegas al lado de uno de los vertederos más grandes del continente yo creo que tendría un efecto post ciertamente difícil de superar. Imaginen el súper resort, con sus casinos, hoteles, campos de golf, restaurantes y discotecas, todo ello coronado por una docena de rascacielos de formas singulares y altura de fantasía…, y al fondo, las llamas y la nube tóxica, multicolor, de los gases de la montaña de basura. En serio, ¿alguien en sus cabales quiere perderse esta pesadilla de Ballard?
Con las negociaciones, estamos descubriendo buenos detalles de la clase política y empresarial.
Qué decir del amigo americano.
Que nos han explicado que es el millonario, porque si no podríamos pensar que es un actor disfrazado de potentado. Uno como de Dickens, pero pasado por la turbina del postcapitalismo. Los asesores del señor éste dan toda la impresión de que los han sacado de una serie de la HBO. Quizá es que ya sólo vemos con los ojos de la ficción, o que la realidad carece de tan poca certidumbre, que preferimos lo digital a la percepción tenebrosa, esa que va sin plantilla previa. Pero es que sólo falta uno que se baje de la limusina en chándal.
Y por último, nuestros representantes. El PSOE se ha opuesto frontalmente a la iniciativa, calificándola con desprecio como el proyecto “Macao-Valdecarros”, aunque está realmente bien como título, a mí me gusta mucho. Me parece injusto, clasista y antimadrileño. No porque con esta actitud le estén llevando, como siempre, la contraria a la presidenta, por aquello de que el magnate hubiera exigido levantar la prohibición de fumar en muchos de sus futuros establecimientos y abolir la mayoría de las leyes de los trabajadores, sino porque una inversión de esta clase – juego, ocio, juergas, conductas licenciosas, especulación, terrenos no urbanizables, apropiaciones indebidas, vedettes, mariscadas, etc., etc. – está en completa sintonía con el espíritu de este partido. Cada vez que oigo hablar de un “complejo de ocio” o similar y están las autoridades por medio, me acuerdo de la Expo de Sevilla. Y del PSOE.
En cuanto al gobierno del PP, están como locos. Parece ser que la Presidenta se precipitó un poco cuando el poderoso empresario demandó suprimir varios derechos de la persona a cambio de hacer aquí sus Arenas de Las Vegas, y ella se mostró dispuesta a aceptar todas y cada una de las condiciones (algunos foros muy maliciosos hablan de sacrificios en el casino de la Pirámide), pero parece que tras la última reforma laboral y el estado de las cosas, pocos impedimentos quedan para que se quede en Madrid. Lo de Barcelona es que queda un poco más arriba, con la civilización y el dinero. No sé, Madrid suena más a impunidad y a estar más cerca del verdadero tercer mundo, ese vertedero al que corremos teledirigidos.
Yo, desde que leí que el consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad se llama Pércival Manglano Albácar (y no, tampoco es el nombre de un personaje de comedia de López Rubio, sino el de un competente gestor del PP que viajó a Las Vegas madre a vender Madrid como la candidata ideal para este proyecto) estoy en un sin vivir, por ver quién se me adelanta con la novela sobre este sindiós.