El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Una educación para la virtud

Grace Morales Creaciones Madrid— 21-10-2011

Los institutos y colegios públicos de Madrid están muy revueltos estas primeras semanas del curso. Uno más de los shows sociales que triunfan en la ciudad esta temporada de 2011, prometiendo repetir con mucho éxito en la siguiente.

Los tenemos de todo tipo. Por ejemplo, el encierro estival de un numeroso grupo de asistentes e internos del centro para discapacitados C. O. Magerit, ante el inminente desmantelamiento de las instalaciones y su orden de clausura. Algunos lo confundieron con una verbena de agosto, por el despliegue de bonitas pancartas y colorines, y entraban en el patio a ver si les daban un vasito de limoná. La razón, según los técnicos de la Comunidad, eran unos daños muy serios en los cimientos del edificio. Al final, consiguieron echar a todo el mundo, en una demostración policial de gran belleza plástica, pero todavía ni siquiera han empezado a arreglar los defectos del inmueble, aunque dicen los expertos que ellos, voluntad, lo que se dice voluntad, sí que tienen. No descartan que en algún momento se acerquen por allí a mirar, hacer alguna cosilla, remover con un palo, quién sabe…

Luego, con el otoño, han llegado las protestas de los profesores. Nada más empezar las huelgas, se ha orquestado un conjunto apabullante de noticias-alarma en los medios: el absurdo ¿escándalo? de las autoridades por la venta de unas camisetas reivindicativas a favor de la escuela pública. Los políticos de centro-demócrata han puesto el grito en el cielo, acusando a los maestros de ser poco más que vulgares fenicios, ávidos de enriquecerse con el merchandising y no estar a lo que había que estar, es decir, con España y la problemática, cualquiera que ésta sea. Y después, los continuos reportajes —todo el día machacando—, acerca de las inocentadas en colegios mayores y fiestas de comienzo de curso, como para demostrar que esta educación (la pública) solo trae comportamientos de salvajes, y lo único que hacen los estudiantes es una especie de fiesta Toga Toga non stop, un botellón con el dinero de los ciudadanos. Que más les valdría, qué se yo, estar recogidos en un after.

Con los numeritos musicales de unos y otros, profesores peleando por sus horarios y sueldos, dirigentes empeñados en hacer castas indias de la educación (los parias, a la pública, los pudientes, a la privada, y los otros casi casi a la concertada —eso sí, si tragan con el pequeño detalle de que será abrumadoramente católica—, además del selecto grupito de los sobresalientes en excelencia, en ese proyecto público tan caro a la Comunidad, que a mí me recuerda a la formación de los soldados de H.Y.D.R.A.), se han olvidado, sí, no solo de los niños, como gritaría Mrs. Lovejoy, sino de toda la educación y su camino directo hacia la entropía.

La Educación Pública (AKAEnseñanza Pública“), vamos a decir en los últimos treinta años, es un terreno abandonado a su suerte. De ver a amigos míos estudiando en barracones prefabricados porque no había colegios para tanto chaval, he pasado a dar clase yo misma a grupos de críos con la mirada extraviada para siempre en una pantalla negra, sin saber escribir correctamente sus propios nombres. Y muy orgullosos de no saberlo.

Ahora dependes de caer o no en las manos de profesores que hicieron Magisterio porque era la carrera más fácil y la que menos años duraba, de maestros de idiomas que no saben el idioma o de matemáticos que no conocen las matemáticas. Quizá sí las conocen, pero son incapaces de trasmitirlas a sus alumnos. Eso, del lado de los educadores, pero del otro hay un tejido tan embrollado de intereses económicos, desidia política y desconsideración social por el conocimiento, que una ya no sabe si sería mejor demoler todas las escuelas y construir en su lugar tiendas de ropa deportiva y móviles. O el after del principio. Lo estoy viendo: “Red de Afters del Ministerio de Educación y Descanso“…

Decía Gaspar Jovellanos que la instrucción es el único medio para que las personas lleguen a la perfección moral. Sabemos por dura y amarga experiencia que un buen nivel de estudios no garantiza la bondad ni de lejos, pero dejar que los chiquillos se eduquen solos en Internet, como decía jocosamente Homer S., es, me van a perdonar, una monstruosidad. Como de entrada de la Wikipedia.

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