El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Lo Alemán

Miguel Noguera Cortado gigante— 26-07-2011

Lo siento, ya sé que el título lo pongo yo; pero al leerlo no he podido evitar pensar en un valenciano, un pobre hotelero valenciano indignado porque un turista alemán le ha destrozado una habitación; muy furioso, acordándose de los muertos de lo puto alemán, con ese artículo que usan los valencianos: “¡Lo puto alemán! ¡Fill de mala mare! ¡M’ha empastifat de merda les cortines y els miralls!”. Por lo visto, antes de volver a su país, el turista alemán se ha levantado temprano —ha puesto el despertador a las siete de la mañana, pese a haberse acostado dos horas antes completamente borracho— y se ha dedicado a empastar de mierda —mierda propia y ajena recogida durante la noche— los espejos y las cortinas de la habitación. Sólo ha intervenido esos dos elementos, yo qué sé, supongo que quería articular algún tipo de discurso: untar de mierda exclusivamente los rectángulos reflectantes y su opuesto, los cortinajes ondulados verde mate. Por ahí debían de ir los tiros.

Bueno, hoy quería abordar brevemente un complejo de afectos a los que he decidido llamar Lo Alemán. Pero es un “alemán” grosso modo, es decir, no proviene estrictamente de Alemania, sino que… Supongo que es algo que tiene que ver con la lengua alemana, ¡qué va!, ni siquiera eso… Veréis, soy muy irresponsable, os estoy enredando, tendría que haber empezado por el principio. En los últimos tiempos he estado frecuentando el casino de la ciudad y bueno, parece que no estoy en racha… —EL TEXTO SOBRE LO ALEMÁN RESULTÓ SER UNA TAPADERA PARA PEDIR DINERO A LOS LECTORES DE EL BUTANO POPULAR. NO ME PREGUNTÉIS CÓMO, PERO AL FINAL DEL TEXTO HABÍA UN NÚMERO DE CUENTA Y LA FOTO DE UN NIÑO— Joder, esto me está costando mucho, en serio, chicos (sigue insistiendo en pedir dinero), necesito 7000 euros para ayer… No, ahora de verdad, lo que me está costando es ponerme a definir esa minucia a la que llamo lo alemán, eso es lo que me está lastrando. Voy a ello y que sea lo que dios quiera.

Lo alemán es ante todo la lengua alemana en su estado más vehemente, la lengua alemana entendida como un estoque muy flexible, pero que al final termina siempre clavándose hasta lo más hondo, hasta la empuñadura 1. Las palabras alemanas, esos términos tan difíciles de pronunciar, tan afilados. Espadas complejas que sólo pueden usar los maestros, espadas mágicas que hablan, espadas que vibran y queman… (El tío sigue, ya muy desatado, con el símil de las espadas. Se encuentra muy cómodo en la sala de esgrima, no lo sacan de ahí ni con aguarrás.) ¿Y qué me decís de la designación por medio de carteles pintados a mano? Sí, sí, términos alemanes pintados en letras como de imprenta sobre rectángulos de madera clara, madera sin tratar. Rótulos escritos con mano firme, bellas caligrafías para señalar todo tipo de lugares: LA ESCALERA (Die Treppe), EL BARRIL (Das Barrel), LA SALA DE DECAPITACIONES (Der Enthauptung Saal)… Ya me entendéis, ese horrible teatro del mundo; convertir la jodida escalera de turno, o el humilde barril, en piezas de una maquinaria simbólica donde las personas se embrutecen y venden a sus hijos. Una sátira donde no se salva ni el Tamo 2. ¡O pizarras! ¡Pizarritas negras por doquier designándolo todo! ¡Pizarras con marcos de madera clara! (Insiste en la madera clara.) Las pizarras, los rótulos, la sátira más salvaje del mundo. Un ahorcado que sonríe y señala el camino a la perdición, eso es lo alemán.

Es un cartel de la ópera Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, de Kurt Weill y con libreto de Bertold Brecht. Me lo encontré el otro día googleando y me pareció muy alemán. Me dije: “Esto es puro ‘lo alemán’, sí, sí, ese tipo ahí colgado, señalando con el brazo en alto… Esa respuesta tan clara, tan de autómata… No cabe duda, estamos ante un ‘lo alemán’“.
También tenemos lo alemán en el aspecto culinario. Hay unos botes opacos de mostaza en El Corte Inglés 3.

Por lo visto, es una mostaza francesa, ja, ja. Sin duda, son unos recipientes preciosos 4 de cerámica. Un buen “lo alemán”, sí señor. El beige claro totalmente opaco le confiere un estatus muy elevado a la mostaza del interior. Ningún otro color hubiese logrado tal efecto de distinción, pensadlo, ni el negro, ni el marrón, ni el naranja, ni el… Bueno, ninguno. Esto, ¿os acordáis de H. R. Giger, el creador de Alien? (siento abandonar de este modo tan brusco el mundo de las mostazas, pero realmente no daba para más). Sí, hombre: Giger, el artista siniestro por excelencia. Cuando yo estudiaba BUP, tenía una serie de pósters con reproducciones de sus cuadros colgados en mi habitación, y también un librito de la editorial Taschen dedicado a él. ¿Os podéis creer que Giger aún me agrada, si no más, igual que en aquellos tiempos? Y lo que más me chifla de su obra es su “lo alemán”, que se encuentra sobre todo en algunos dibujos y en los bocetos que hace para sus proyectos más locos (proyectos fascinantes por lo intensamente ingenuos que llegan a ser):

Buf, estos son bocetos de su colaboración fallida en el proyecto El condón del horror, un film basado en el cómic de Ralf König. Trata de unos condones que viajan por las tuberías y te atacan cuando te sientas en el váter. Te muerden en los huevos, o algo así… Bah, no importa. El caso es que en estas obras, tanto en las imágenes como en el texto, encontramos el “lo alemán” en estado puro.

Esto es la Pizarra Informativa para Güllenen nº 5 (¿veis lo que os decía de las pizarras? Llaman pizarra a cualquier cosa). Forma parte de una serie de dibujos muy sucios, acompañados de unos textos en los que se tratan, en tono cínico y grosero, temas como la pederastia, la zoofilia, etc. El estilo de los textos es totalmente el del “horrible teatro del mundo” sobre el que os hablaba al principio. Para acabar, os dejo la traducción del texto que acompaña el dibujo de la pizarra nº 5 (es la traducción de la edición especial 25 aniversario de Taschen). El texto no puede ser más “lo alemán” (en el tema, el tono, la caligrafía del original…):

Pizarra Informativa para Güllenen nº 5

¡Otros cantones, otras costumbres!
En las zonas dominadas por la influencia de la Iglesia Católica apostólica y romana (es decir, cerca de un obispado), la necesidad de instrucción es de vital importancia
En caso de que se topara de improviso con semejante situación, compórtese silenciosamente y desaparezca discretamente. Parece ser que un niño que curioseaba queriendo descubrir algo, se cayó en un contenedor de basura y un labrador lo encontró y lo rescató de la mortal situación. ¡Tiene que dar gracias a Dios de que alguien lo viera! Aquí se aconseja desaparecer sin hacer ruido porque el hombre podría sentirse incomodado durante su altruista acción. ¡No necesita de su ayuda! ¡Y además esto no le concierne a usted en absoluto! El hombre sabe lo que hace. En caso de que descubra al niño muerto en una visita posterior, huya discreta y aceleradamente de allí. De todas formas la ayuda llegaría demasiado tarde.

ARh+ 1996

1 De repente, esta metáfora me ha evocado una estocada imposible: clavar la espada en ángulo recto en el tronco del adversario, clavarla a tope, hasta la empuñadura; pero que la hoja no asome por la espalda, que no emerja, que se pierda en otra dimensión, como si se hubiera clavado en el alma, ¡pues eso es justamente lo alemán! ¡Esa figura imposible!… No, en realidad no es lo alemán ni es nada, simplemente me he dejado llevar por el entusiasmo y por las ganas de terminar el artículo. Perdón.
2 Ese personajillo —llámalo Tamo, Cliqui o Chacho— que se suele situar en el límite de la estadística. El ser que siempre (o nunca) hace algo. El que siempre asiste a un evento, se entera de lo que sucede, entra en un establecimiento o supera cualquier criba… ¿Por qué ese nombre ridículo para alguien tan capaz? Pongámosle un nombre más poderoso, ¿no? Yo qué sé, llamémosle Von Riemman o Van der Sar.
3 En el supermercado de El Corte Inglés, un señor le pregunta a un dependiente por las mostazas. El dependiente responde: “No las encontrará en el supermercado. Las mostazas están pegadas debajo de los estantes de la sección de librería. Llévese la cantidad que desee, es gratis…“ Hay más de cien tipos de mostaza conviviendo sin señalizar bajo los estantes de las librerías de El Corte Inglés. Mostaza libre, sin envasar, directamente adherida al metal, inadvertida para los clientes que no hayan ido a buscarla expresamente. Y no os creáis, aún hay clientes interesados en catar esa mostaza asilvestrada: muy de vez en cuando se puede ver a algún gilipollas pasando un cuchillo con cuidado para no manchar los libros. Incluso los hay que piensan que es el mejor modo de conservarla.
4 ¡Joder! No encontraba la dichosa mostaza en Google. He tenido que registrarme en la web del supermercado de El Corte Inglés introduciendo datos falsos, y cuando por fin he podido acceder a los productos descubro que la puta mostaza es francesa. El sistema asegura haber enviado no sé qué datos a la cuenta de correo que me he inventado. Algún ciudadano del mundo habrá recibido un alta en el sistema de compra a domicilio de El Corte Inglés. Vete tú a saber en qué país sumido en guerras perpetuas vivirá ese pobre desgraciado… En fin, son carambolas diabólicas. Internet bien podría haberse llamado Satan’s Billiard, ¿no? Yo me lo pregunto mucho, ¿por qué lo llamaron Internet y no Satan’s Billiard? No consigo entender qué pudo hacerles desechar esa alternativa —la más lógica de todas— en favor del palabro Internet.

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