Creaciones Madrid

El Butano Popular

La revolución de febrero

Yo creo que revolución no la llamó nadie, o sea, que esto del título me lo estoy inventando para llamar la atención y salir en los buscadores.

La conocimos como Huelga de Estudiantes, fue primera página y una de las noticias del año 87, aunque sus consecuencias llegan hasta estas líneas. De lo que estoy segura es de que si a alguien se le hubiera ocurrido llamarla, qué se yo, February Revolution (FR) o Spanish Students Strike (SSS), lo hubieran corrido a gorrazos, luego de preguntar qué demonios significaba aquello.

Y eso que yo estaba en el edificio de Filología de la Complutense, pero vamos, que ni por esas. La misma idea de inglés que ahora, es decir, ninguna, y la gente disfrazada con el trazo irritante de la actualidad, aunque con diferente estilismo: hombreras, cardados, botines, lacas y eyeliners unisex. Un look como menos procedente para acampar, aunque también había postjipis, nuevos psicodélicos, niñ@s bien, opusinas de cuello de encaje…

Sí, gobernaba el PSOE, y en el ministerio de Educación mandaba un distinguido sociólogo, José María Maravall. El Secretario General de Educación era, sí, lo han adivinado, Rubalcaba, que parece que siempre ha estado con nosotros, desde el inicio de los tiempos, con la misma pinta de burócrata primordial.

Pues estas personas, entre otras, fueron las encargadas de redactar la Reforma Educativa de las Enseñanzas Media y Universitaria, lo que entonces conocimos —y sufrimos— como LODE. Bajo la premisa de actualizar los planes de estudio, la ley pretendía aprobar una subida muy importante de las tasas de las matrículas en los institutos, institucionalizaba la Selectividad como prueba ad aeternum para el acceso a la universidad, al tiempo que recortaba el presupuesto de Educación dejándolo para trapos. Y por supuesto, se olvidaba de la FP, relegada a pariente pobre, y eso, para marginación.

Iba a decir en la facultad, pero no, era en todas partes, todo el rato se discutía de política. No había dado tiempo al desencanto mayúsculo de la actualidad y al pensamiento políticamente correcto que impide hablar de política en determinados sitios y a determinadas personas; por lo tanto, nadie tenía reparo en adscribirse a una ideología y defender unas ideas, por disparatadas que éstas fueran. Lo digo porque yo estaba en Filosofía y allí se podía deliberar —la mayorías de las ocasiones, a gritos— unas veces con las obras de Althusser, Lukács o Habermas en la mano, y otras salir con las cúpulas geodésicas, los marranos de Spinoza, la utopía de Campanella o los nazis-comunistas.

Estábamos alucinando con las marchas de París, cuando el Sindicato de Estudiantes, la organización “rebelde” de las Juventudes Socialistas, comenzó a movilizar a gente dentro de los institutos para protestar contra la LODE. Al principio —sería noviembre—, lo vimos como algo puntual, pero los rumores de que después venían a por las Humanidades, cuyos planes de estudios pensaban reducir de manera ridícula, no sólo en las facultades sino en primaria, provocó las iras de todos. Los profesores se sumaron desde el principio, toda vez que la reforma implicaba una congelación de salarios muy parecida a la de los funcionarios en la actualidad. Bueno, todos no. Dos profesores nos dejaron automáticamente para septiembre por hacer huelga.

Comenzaron las asambleas. Era enero del 87 y en aquellas reuniones se escuchó de todo: propuestas de fundir el Parlamento, quemar las facultades o secuestrar a los políticos y obligarles a leer a Husserl en alemán. El Sindicato de Estudiantes pedía una participación activa, y se decidió una huelga que duró hasta marzo.

De las manifestaciones, poco se puede añadir que no esté en Youtube. Salimos por miles y miles, chavales de BUP y universitarios. Siguiendo la rica y larga tradición de protestas que terminan con una ensalada de palos y detenciones por parte de los cuerpos de seguridad (y tiros, porque aquí hubo muchos tiros, que se lo digan a la pobre a la que alcanzaron), a la nuestra, enfilando Alcalá con Gran Vía, se unieron vistosos grupos de hooligans de ideología ultra, y hasta un punki mendigo, el Cojo Manteka, que por obra y gracia de la Propaganda terminó siendo el héroe de todo aquello.

El ministro, horrorizado supongo por la demostración de gente así, como sin clase, justo debajo de su despacho, tuvo que negociar, y reculó con el precio de las matrículas. Con el resto siguieron adelante, hasta esta cosa que tenemos ahora. El Sindicato de Estudiantes lo intentó, pero ya se cuidaron de mandar al sector “imperial” de las JJSS a poner orden en aquel sindiós de peticiones anticapitalistas. Me acuerdo del pelirrojo con gafas, el Secretario, al lado del gallego moreno, el de la Coordinadora Central. Salían mucho por la tele.

El moreno es ahora el elegante Presidente de la Conferencia Eurocentroamericana, que no debe de servir para nada, pero tiene que levantar un pastón en dietas y viajes, y el gafas con cara de tener un serio complejo, es uno de los asesores del Presidente, ahora también asesor de Telefónica con un sueldo de casi un millón de euros al año por asesorar. El primer dirigente del Sindicato de Estudiantes, Juan Ignacio Ramos, escribe en internet. Por comunista.

Chic@s, dejaos de acampadas apartidistas. El futuro está, siempre ha estado, en la política. Y en el asesoramiento. Ahora, que vienen los populares, id echando CVs para asesor transversal o tertulian@ postmodern@ de derecha.

Esta es la verdadera revolución.

Grace Morales

El Butano Popular © 2012

Staff |

Logotipo de Javier Olivares | Grafismo Glòria Langreo