Historias de amor (y apocalipsis)

El Butano Popular

Indie-Tex-Mex

Apenas quedan salas de cine en la Gran Vía de Madrid, lo que antes era su seña de identidad. Todo es Inditex y sucedáneos. Tiendas de ropa para el bienestar de la humanidad. En un futuro que es presente todos vestiremos igual, veremos las mismas películas y comeremos en las mismas franquicias. Todo gracias a la ignorancia. La peor de las armas de control masivo.

Los indies están tristes en la capital. Cierran el club Ocho y Medio, garito emblemático símbolo del entretenimiento musical alternativo. De repente. Casi sin avisar. La Sala Flamingo, que alojaba los saraos de fin de semana en el centro de la ciudad, ha sido vendida a una gran empresa textil. Adivinen a cuál. Se dará probablemente una bonita paradoja: venderán camisetas de los Ramones, esa novedosa marca de ropa… También otras prendas con motivos comiqueros e imágenes de películas de culto de los años 80. Es lo que hay.

Quedan prohibidos los letreros de neón. Esos carteles que tanta vida daban al centro. Han indultado el de Tío Pepe, el de Schweppes y poco más. Indultados, ¡ja! Di no a la contaminación lumínica. Pero no importa que en su lugar algunos negocios de estirpe multinacional pongan pantallas de vídeo gigantes que emiten irritantes piezas audiovisuales de manual a todas horas, iluminando las calles. También es publicidad, más aburrida, eso sí.

No van a volver los cines ni el neón ni los garitos señeros. A cambio podemos tomarnos un café a un precio desorbitado en un sitio donde nos tratan como a un guiri atolondrado y contemplar sobrexcitados en los escaparates de las megatiendas los gigantescos carteles de las rebajas, un hecho mágico para muchos. Al fin y al cabo el reclamo de las grandes liquidaciones y la ropa de saldo se inventó para que el pueblo sea feliz unos días y consuma sin remedio, aunque no lo necesite. No veo que la gente se junte para protestar por la invasión de los imperios textiles, por el precio de la ropa y la explotación de niños que fabrican zapatillas de marca. El sistema es así. Funciona por eso, ¿no?

Está claro en qué prefiere gastarse el dinero el personal antes que en cultura. Entiendo al que no tenga vil metal, bastante tiene con sobrevivir. Al resto no. No veo que la gente se vista con ropa recogida de gratis en algún contenedor. No se puede descargar. Las copas tampoco. Cuidado con el botellón. Algunos no leen ni el manual de instrucciones de la TDT.

La cultura no siempre es cara, pero al personal se lo parece porque no es capaz de valorarla en absoluto. No hemos avanzado en años. No hay conciencia. Pagar por un dibujo es una estupidez y las entradas de cine son caras. Un cubata no. Unos pañales tampoco, fíjate tú…

Ya lo he mentado más veces: ¡voto por un mundo libre de CULTURA, eso que nos ahorramos!

Soy un romántico, no quiero que los cines mueran, pero toca aceptar la evolución. Menos mal que aún nos quedan los bares de cañas & tapas, que la vida social a través de la pantalla de ordenador es una soberana porquería. Tanta frivolidad, todo artificio. Crucemos los dedos.

Borja Crespo

El Butano Popular © 2010

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