Tribal Pursuit

(Los hechos y personajes descritos a continuación son ficticios. Cualquier parecido con hechos reales o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia.)

El tema central de ese crédito básico en el Máster, antes de ser tal Máster prohibido, considerado delito y pasar a ser impartido de modo clandestino en células durmientes y toda esa cala, ese monotema era prácticamente el Ruandazo-94. Tres meses en Kigali. Un holocausto en toda regla sólo ya perpetrable en el África Negra. No es fácil encontrar algo a tan gran escala y con unas características tan peculiares para estudiarlo, diseccionarlo y encontrar los mecanismos profundos de los que sacar algún tipo de conclusión. TurboExterminio. Hechos que por entonces, 1994, seguí DEMASIADO de cerca. Por imperativo laboral ese verano me lo pasé castigado de cara a la pantalla. Y lo de Ruanda fue el teleapocalipsis + obsceno, las imágenes y las crónicas + extremas que uno recuerde. Montones de Morenos Muertos. Excavadoras Bobcat moviendo con la pala montones de cadáveres. África como reserva natural de teorías conspirativas. El tronco central especula con un exterminio sostenido de baja intensidad. Diezmar continuamente la población y suministrar las imágenes de shock pertinentes. Liberia Sierra Leone Somaliya: las imágenes más obscenas. Pero Ruanda fue alta intensidad… Era obligado sin duda estudiar la obra de alguien que representaba el ala más tremendista del eliminacionismo como fue Félicien Kabuga, ingeniero de un exterminio brutal perpetrado en tiempo récord (3 meses) y con un score infartante (+ de 900.000 víctimas). El Ruandazo marcó a la gente que asistimos a dicho Máster como para acabar acuñando una frase hecha: “Hacerse un kabuga”.

… el exterminio de + de 900.000 miembros de la especie humana —entre tutsis y hutus tibios— a machetazo limpio por supremacistas hutus. Tiempo después, se supo de la cocina del Ruandazo, de cómo Occidente —básicamente Bélgica y Francia y los USA— o se desentendió o hizo la vista gorda y así permitió que se perpetrara lo que se perpetró. Tiempo después también salieron a escena los culpables últimos de todo el crimen, y entre ellos hallamos al más tremebundo de los ogros contemporáneos con que puedas toparte, digno de un cuento de realismo mágico-sucio o realismo sucio-mágico: Félicien Kabuga. (…) Debemos pues referir las andanzas de alguien que por decirlo así singularizó, customizó el ruandazo frente a otros exterminios rituales del post-industrial: Radios y Machetes.

RADIOS

Desde Radio Mille Colines se llevó a cabo el petting de la masacre.

Radio-Televisión Libre des Mille Colines era un grupo mediático ruandés propiedad del extremista hutu Félicien Kabuga (1935), multimillonario que empezó a amasar su fortuna en la época belga de Ruanda, país tutelado hasta 1962, estando FK arrimado luego al poder de facto de la metrópolis sobre el país. El grupo fue creado en 1993, año y pico antes del Holocausto Negro del 94. Una de las piezas clave del grupo era la Radio Mille Colines, Radio Mil Colinas, en alusión al evocador nombre dado por los gabachos a Ruanda: el país de las mil colinas. Radio Mil Colinas. Y esa emisora kabugueña con nombre tan lírico acabó por ser conocida como “Radio Haine” (Radio Odio), respuesta hertziana a Radio Muhabura, radio de agitación pro-tutsi creada en 1991, cercana al FPR tutsi y que acusaba de exterminio al gobierno hutu —en sí los hutus estaban en franca minoría frente a los tutsis, pero tocaban más pelo—. Radio Muhabura tenía un hándicap, y era el emitir en inglés. Desde Radio Mille Colines se llevó a cabo el petting de la masacre, los achuchones, los lametones, el pre-calentamiento, atizando el odio contra los tutsis, entreverando los programas de música popular africana con consignas atroces que fueron a más y más, pero mucho más. Ya en pleno exterminio, FK impuso una línea demagógica extrema a Radio MC. Sus micros escupían tales consignas, y de las “S” como lo de ‘aplastar a las “cucarachas” tutsis’, se pasó a algunas realmente “XX” como: “arrancad los fetos de las tripas de las mujeres tutsis“ o “las fosas todavía no están suficientemente llenas“. Tal cual. Agit-Prop terminal. Y se destriparon vientres, y se atiborraron fosas… Y otra vez la sobreobscenidad: negros matando a negros. Autodestruyéndose. ¿Hay tema? ¿Maquinación? Tribal Pursuit.

Radio Odio tuvo un papel imposible de desempeñar por una televisión en el país africano de las mil colinas. La capilaridad de la radio era por lógica superior a la de la televisión. El transistor era algo infinitamente más accesible para un ruandés que un televisor. Digamos que Kabuga descarta la televisión como 50 años antes lo hizo El Máster Inter Másteres de la Manipulación de Masas, en sus dos vertientes, propaganda y publicidad (propaganda corporativa): Goebbels. Repasemos sus Greatest Hits (…) En la Alemania nazi la televisión aún era una pijada experimental para deslumbrar JG a los gerifaltes, incluso a Hit, el boSS. La tele nazi no estaba operativa. La radio sí, y fue crucial. Bajo coste e implantación. Parámetros también básicos 50 años después en Ruanda, amén del poder emocional de la radio: tanto la voz, la palabra, como el sonido, la música hacen saltar resortes muy profundos del ser humano. Anonimato, invisibilidad, voces, gritos, cantos, himnos…

MACHETES

Un machetazo es algo mucho más físico que un disparo. Más barato y más sórdido.

Pero a fin de cuentas la agitación radiofónica era el refuerzo de la campaña; los transistores (se) encendían, pero había que rematar. La masacre del 94 es un insólito holocausto retro, hand made, pretecnológico por decirlo de alguna manera: a machetazo limpio. El machete tendrá un protagonismo insólito a 6 años del siglo XXI, incluso en el África de entonces. Los matreros hutus no tiraron de subfusiles UZI con mira láser y balas de tungsteno, ni misiles termodirigidos. Ni siquiera estabularon gente en campos de concentración. No. Abaratar. Y tribalizar. Take no prisoners. Destroy. Un exterminio de bajo coste y alto rendimiento. Tiraron de algo tan básico como armas básicas. Un machetazo es algo mucho más físico que un disparo. Más barato y más sórdido. Y la pregunta del millón de francos belgas: ¿De dónde salieron los montones y montones de machetes usados para llevar a cabo tanta y tanta matanza? De la vieja Europa, Supplied by ECC, importados del continente… ¿por quién? Efectivamente, la respuesta es… ¡Félicien Kabuga! En sí, FK lo de la radio se lo plantea como una campaña de marketing gonzo, refuerzo o radio-soporte de la lógica parte central del exterminio que también pro/movió importando machetes, llegando a dar instrucciones de uso, en otro loop criminógeno, desde la emisora. El “profesorado” surge de las tremendas milicias de asalto Interahamwe, financiadas por FK y entrenadas para ser el sistema operativo del exterminio. Interahamwe 94.0.

Kabuga plantea el sacrificio tutsi como algo que no puede fallar por falta de intendencia. Y se proporciona. Que alguien se dedicase a importar machetes por cientos de miles, EN CANTIDADES INDUSTRIALES (pongamos 500.000)… ¿no plantea a nadie ninguna pregunta en Bélgica? ¿Nadie en Bélgica se preguntó para qué hostias querría tanto machete el prenda? ¿Quiénes fueron sus dílers de facones? Premeditación y alevosía. Eurovergüenza. (…) Y el resultado es el Ruandazo, una campaña mediática de odio tribal absoluto que elevó el termostato de la temperatura social de Ruanda hasta unos niveles insoportables con el resultado espectacular de 937.000 víctimas en apenas tres meses de campaña, en términos de rendimiento, 433 asesinatos/hora, aprox. (durante 2.160 interminables horas). De 35 a 40 toneladas de cadáveres. El Horror… el Horror…

Feliciano está actualmente aún huido, en busca y captura, aunque cuenta la leyenda que durante la década posterior al Holocausto se vio al Ogro Negro tan pichi por Suiza o Bruselas, o localizado posteriormente en Kenia, tras haber untado bien untado al corruptoide régimen de Daniel Arap Moi, “Nyayo”, para que lo escondiera y Moi (¿Moi? C’est Moi) se hiciera el loco ante los tribunales penales internacionales. (…) A partir de la llegada al poder en Kenia de Mwai Kibaki, del que algunos afro-optimistas dijeron era el afro-Lula, Kabuga lo tuvo peor para estar por allí. Pero oficialmente nadie sabe dónde para semejante tipo, y por increíble que parezca, believe it or not, aún no ha sido atrincado y juzgado por ser un massmurder de récord Guinness.

Culturas enteras podrían programarse entonces para mantener estable su clima emocional.

1964. Treinta años antes Marshall McLuhan, el Mad Doctor creador del sistema de prospección post-industrial MediaDemia™, nos habla en su teraprofético Understanding Media sobre el hecho de ir acercándonos a un mundo automáticamente controlado donde se daría la posibilidad de regular el “clima” de las sociedades mediante más o menos horas de tele, radio o medios en general. McLuhan hablaba sobre el estarnos aproximando a “un mundo automáticamente controlado, hasta el punto de que se pueda decir: ‘seis horas menos de radio para Indonesia en la semana entrante, o habrá un fuerte descenso de la atención literaria’, o ‘podemos programar 20 horas más de TV para África del Sur en la próxima semana, a fin de enfriar la temperatura tribal elevada por la radio en la semana pasada’. Culturas enteras podrían programarse entonces para mantener estable su clima emocional, de la misma manera que estamos en vías de conocer algo sobre el mantenimiento del equilibrio en las economías comerciales del mundo“.

La elevación extrema de la temperatura social que logró Radio Odio abonaría tal tesis, en su manera más macabra pero la abonaría, convirtiendo al visionario McLuhan en un etólogo social. Y la ficción en algo mucho más extraño que la realidad.

ABSTRACT PARA EL CRÉDITO “DISEÑO Y GESTIÓN DE MASACRESDEL MASTER EN MARKETING GONZO. CESIPCENTRO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES PSICOTRÓNICAS.

Mike Ibáñez

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