Un balde de mierdas, me han echado encima un balde de mierdas jugosas y en su punto, más cremosas que las natillas de la abuela. ¿Qué les pasa a estos hijos de puta? ¿Van todos rilones, sueltos de culo? Sesos de mono, sangre de mono, babas de mono, pelos de mono y, ahora, mierda de marinero de mierda. Con las pistolas no dan ni una y con la mierda, en toda la boca. Mi vómito es más pegajoso que todo lo demás y mi rabia más colorada que el culo muerto de los monos. Cuando esos culos palpitaban no eran más rojos que mi rabia de ahora. Mi rabia os va a joder vivos, tengo la gasolina, tengo dos esfinges arrugadas y mi faro del fin del mundo. La rabia puede con todo, aniquila pueblos, entierra familias, estupra, diezma y ensancha la boca del infierno. Mi rabia es más rabia que todas las rabias. Os voy a quemar, os voy a hervir, freír, reventar, desollar, descuartizar, machacar… Dejaré que os pudráis en una charca, en un escorial, convertidos en golosina tumefacta para carroñeras, reptantes y gordos moscardones del color grasiento de la berenjena. Y, al que quede medio vivo, lo dejo sin ojos, sin orejas y sin lengua. Al que quede medio vivo le como las tripas y luego se las cago dentro. Os vais a enterar bien de lo que es un balde de mierda. Acojona el fuego, ¿eh? Acojona. Mirad como arde. Todo. Todo arde. De nada os van a servir la bomba, la manguera, los baldes de agua. La suerte está echada. Ésta es la nueva Toráh, el nuevo Corán, la verdadera Biblia.