No mereces llamar a tu ex. No mereces una plaza de aparcamiento. No mereces que la segunda unidad esté a mitad de precio. No mereces tener una banda de rocanrol sólo porque estás buena. No mereces la hostia que te has dado, pero lo que me he reído. No mereces flores para San Valentín sólo porque lo diga El Corte Inglés. No mereces lo mejor, así que disfruta lo que queda. No mereces lo que estás comiendo. No mereces sacar a colación la nouvelle vague si tienes deuvedés de Ozores. No mereces que tu calva sea siquiera incipiente.
Pulso la tecla de refrescar, y la pantalla escupe un nuevo ataque de furia de un desconocido sobre cosas que considera que otro desconocido no merece. Cada una, retrata relaciones que se han agriado, sentimentales y económicas y familiares. Dibuja las escalas veladas del privilegio. Maldice los escalones fantasma.
No mereces retorcer las palabras delante de nuestros amigos porque eres un adúltero y un mentiroso. No mereces estar buena, aunque si no lo estuvieras no te comportarías como una zorra. No mereces leer lo que estoy escribiendo borracho. No mereces todo lo que tienes sólo porque tu papaíto puede pagarlo. No mereces frases tengan sentido que. No lo mereces porque no puedes hacerte cargo. No mereces ser atractiva porque no hace juego con tu personalidad. No mereces un peluco de mil pavos si ayer me pediste cinco. No mereces que venga uno de la tele a la puerta de tu casa para hacerte reformas gratis. No mereces votar si no te quejaste.
En cada línea hay un concepto. Hay una figura literaria, la esticomitia, que consiste en concentrar en un verso un pensamiento completo. Su raíz etimológica viene del drama griego: el diálogo en el que los interlocutores se responden verso a verso, “un diálogo conciso donde las palabras son simétricas y los interlocutores de la misma importancia“. Los lamentos anónimos del no mereces se ajustan a las dos ideas: evocan en cada intervención un suceso completo, y conforman un diálogo de versos que riman en el fondo y no en la forma. Todas contienen una historia y cada una conjuga con sus vecinas en consonante. Todas son el mismo drama: donde no hay justicia habrá venganza. Tú. No te lo mereces tú. A ti te estoy hablando. Refrescar.