El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

El mercado

Grace Morales Creaciones Madrid— 24-12-2010

Para Pablo Olivares

Linternas. Una cuerda de escalar, botella de agua, la cámara de vídeo, la de fotos y una navaja suiza. Paquetes de taquitos de jamón (no para nosotros). La idea era entrar muy de noche por el segundo piso, donde las escaleras, porque allí se habían dejado unos ventanales sin tapar. Estaríamos una media hora.

Hasta nos habíamos pillado unos pasamontañas en la tienda de urban fashion.

Teníamos la lista hecha, todo dispuesto.

Bueno, pues justo la semana de nuestro debut en el deporte de la infiltración, me encuentro con que nuestro objetivo, el Mercado de Puerta Bonita, ha sido tomado por cincuenta okupas como protesta por su abandono y la reivindicación por trasformarlo en un centro social. Veo las pancartas colgadas de las paredes, mientras voy camino de casa de mis padres, y luego el mercado sale en la tele, yo diría que en esa sección de noticias curiosas que tienen los partes, después de los sucesos y antes de los publirreportajes sobre cine y vídeo.

Sí, el Mercado de Puerta Bonita y sus okupas como anécdota simpática. Muchos televidentes seguro que pensaron que los okupas esos ya no estaban de moda, y otros, que los mercados tampoco. Y yo, que muy oportunos los colegas.

Aunque la verdad, después de ver las fotos del interior que han hecho los infiltrados reivindicativos, se me han quitado las ganas. Por alguna razón, y sabrá el lector disculpar la falta de sentido común, yo tenía la absurda idea de que el mercado permanecería igual que cuando se cerraron las puertas en 1995. Que me iba a encontrar con la superficie exacta, vacíos los puestos y el local, pero igual que como yo lo recuerdo desde que tengo uso de razón.

El suelo pavimentado de adoquín gris, el bar a la puerta, por donde lo mismo entraban las señoras con sus carritos, yo misma de la mano de mi madre, que los repartidores con media vaca sobre la espalda casi a la carrera. Ellos desaparecían por un montacargas de forja muy antiguo, por donde yo esperaba alguna vez que surgiera Jack Lemmon disfrazado de Lord X, y el camarero del bar, que también era calvo y con bigote, le sirviera una copa de anís, que no de Pernod. El canalón del suelo que recorría todo el perímetro para desaguar lo que sobraba de los puestos de pescado, carne y encurtidos. Las colas interminables, yo pidiendo la vez en varios puestos y aguantando la espera, las discusiones, que siempre salías de un barullo de señoras, bolsas y laca con una minibronca. El vendedor del puesto de aceitunas de la primera planta, que en tiempos preconstitucionales le pasaba el Mundo Obrero a mi madre, camuflado en cucuruchos de papel de estraza. La pescadera de la segunda planta, armada de katiuskas hasta la rodilla y un mandil a rayas verdinegras, siempre sucio, siempre de pie, siempre sirviendo mejillones y gambas.

Yo sabía que entrando de noche volvería a infiltrarme en ese fantasma tan claro de mi recuerdo, pero en una versión espectral, más siniestra, y eso sí lo tenía claro, poblado de ratas. Pero en cambio, las fotos de los okupas me han dejado unas imágenes mucho más espantosas, porque no es que el mercado quedara abandonado, es que lo devastaron. Ahora es un almacén repleto de escombros que no guarda el menor parecido con lo que fue. Puede que alguien vea en esto una metáfora sobre el paso del tiempo y la fragilidad de la memoria y etc., etc., etc., pero que hayan destrozado los locales es incomprensible, sobre todo si tenemos en cuenta que lleva cerrado quince años y el Excmo. Ayuntamiento no ha hecho ni el menor gesto por reformarlo. Solo me lo explico como una reacción de los vendedores ante el abuso y el cierre, que decidieran ellos mismos quemar sus naves.

En el 95, El Excmo. “acordó” con los dueños de los puestos del mercado Puerta Bonita un “traslado”. La empresa El Corte Inglés iba a construir un mall en la nueva plaza de toros y a cambio del impacto económico les ofrecía trasladarse a una nueva galería, mucho más moderna y con todas las comodidades. Los vendedores, que llevaban allí desde el 63, tuvieron que pagar una pasta por conseguir su nuevo puesto y hubo muchos que abandonaron. En sus últimos días, ir al Puerta Bonita era una experiencia desoladora, porque quedaban cuatro puestos y el resto había echado el cierre. Ya era entonces un edificio fantasma, frío, medio a oscuras y poblado de recuerdos.

El dichoso nuevo Puerta Bonita se inauguró, ¿adivinan cuándo?, en 2008, dentro de lo que los prebostes llaman “Centro Integrado de Vista Alegre”, que viene a ser un par de galerías espantosamente cutres que les ha cedido el Hipercor. Ah, pero con wifi, que seguro que a la clientela, tercera edad y sudamericana, por no hablar de los tenderos, sudamericanos y tercera edad, les debe de tener locos de entusiasmo. Indignidad y abusos, pero con wifi.

En fin, tendremos que buscarnos otro objetivo. Por ejemplo, la entrada a La torre de los siete jorobados.

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