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El Butano Popular

Guía de lavabos públicos en Barcelona (II)

2.- Los lavabos del McDonald’s

Parece lógico que la mayor cadena de comida rápida del mundo ofrezca también los mejores lavabos públicos. Y, en efecto, así es: McDonald’s pone a nuestra disposición el mejor lugar de Barcelona en el que depositar las grandes cantidades de diarrea que ellos mismos se habrán encargado de provocar con sus extrañas salsas tártaras y ese pan que se transforma en una papilla marrón en cuanto entra en contacto con tu boca. Estás de enhorabuena. Si buscas un lugar lejos de casa donde pasar mucho más tiempo del habitual de forma gratuita, lo has encontrado. Los lavabos del McDonald’s son el paraíso terrenal para los amantes del fast food con el colon irritable; el centro mundial de la producción de diarrea líquida.

Sus lavabos son grandes, luminosos y están bastante sucios. Quieren que veas bien iluminada tu propia decadencia. Las paredes y el suelo están siempre manchados con los restos de diarrea de otros clientes que, como tú, se han sentando allí tan solo unos minutos antes pensando por qué demonios se han tragado toda esa basura. Curiosamente, a diferencia de otros lavabos, separados por géneros, los servicios de cualquier McDonald’s se dividen en dos áreas: sucia y muy sucia. Puedes escoger, no importa el sexo. A nadie le importa. Si tienes suerte, tal vez encuentres a algún homeless desmontando los grifos, o chillando sin motivo. En realidad, aunque no lo parezca, se trata del vigilante de seguridad. Y es mejor no molestarle.

Otra ventaja, importante: es uno de los pocos comercios de Barcelona donde no tienes que aparentar que vas a comprar algo para usar sus servicios. Incluso es divertido entrar y saludar a todo el mundo de camino al lavabo, sin pasar por la caja. Los empleados están tan jodidos anímicamente, tan profundamente deprimidos por trabajar allí, que no solo harán la vista gorda de forma catatónica a vuestras constantes idas y venidas al baño sin gastar ni un euro, sino que se alegrarán si lo dejáis lo más sucio posible, aunque luego deban limpiarlo ellos. Es su pequeña venganza contra esa empresa multinacional que los oprime. Una pequeña venganza en la que, paradójicamente, serán los más perjudicados. Así de trastornados están, a fuerza de trabajar largos turnos de doce horas, siete días a la semana. Pero no les importa nada. En serio, ¿habéis visto las caras de algunos de sus empleados? Están realmente hundidos, apoyados en el mostrador, mirando al vacío con cara de pasmo, como preguntándose: “_¿Qué coño hago en esta mierda de sitio? ¡Por qué? ¿Por qué tengo tres hijos? ¡Si tengo veinte años! ¡Y soy virgen!_”. También es importante mencionar que hay un suministro interminable de servilletas que pueden ser utilizadas para embozar el lavabo por puro placer. Otra actividad recomendable: destrozar la cisterna con un puñetazo seco. Nunca la repararán.

Resumiendo: El rincón ideal para pasar largos sin ser molestado. Un lugar de emociones fuertes en cualquiera de sus dos niveles, el gastronómico y el sanitario. Después de salir, te descubrirás tarareando su famoso slogan: I’m lovin’ it.

PUNTUACIÓN: 4.5

PRÓXIMAMENTE: Los mejores lavabos del centro de la ciudad.

Carlo Padial

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