El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Lo chino

Miguel Noguera Cortado gigante— 04-09-2010

Voy a escribir sobre lo chino. Tres cosas que yo asocio a China y lo chino. Que conste que no tengo ni puta idea de China, eh, no os creáis, no os toméis esto como un documental. De todos modos, pondré fotos para que todo quede bien estompado*.

Una de las cosas que me dejan loco de lo Chino son esos elementos folclóricos opacos, abstractos y altamente desasosegantes que pueden hipnotizarte de repente en un restaurante chino. Bueno, he dicho “algunos elementos” para hacerme el interesante, pero la verdad es que sólo fue una tontería minúscula, apenas constatable, la que me sedujo un día saliendo de uno de esos restaurantes, una mierdecilla que me dejó un poco inquieto. Lo siento.


Se trata de esta figura de porcelana. He buscado en Google y por lo visto este malandrín forma parte una tríada que simboliza las tres alegrías chinas: Fortuna, Prosperidad y Longevidad. Él se llama Shouxing y controla el tema de la Longevidad, sabe trucos, es un gran maestro de la duración (apuesto a que se corre más tarde que todos nosotros).

El asunto es que el viejo tiene como una teta en la frente, una protuberancia roma que aparentemente no remite a nada más que a ella misma, no simboliza nada, no es un objeto natural que remita a otra cosa, yo qué sé; por ejemplo, la calabaza que lleva en la mano contiene polvo de cinabrio para elaborar la droga de la longevidad (una droga… cuidado con el viejo camello), pero ese chichón aberrante es único, no existía con anterioridad a sí mismo, es pura fisiología china experimental. Incluso aunque fuera símbolo de algo, algo distinto de sí mismo y de lo abyecto en general, símbolo para otra cosa, ésta también sería inédita para nosotros. ¿Por qué ese bulto ahí?, ¿de qué está relleno?, ¿de pus?, ¿de lo chino en estado líquido? Lo más incómodo de todo es el silencio. Google no da datos sobre la ampolla, es como si no existiera. De hecho, hay versiones del personaje en las que el bulto apenas se insinúa. Sólo se me ocurre que a algunos chinos les salga esto en la frente al hacerse viejos, pero aún así seguiríamos en lo impenetrable, ¿por qué sólo a los viejos chinos? Joder, y esos labios carmesí que dejan ver una lengua de sangre, ¡maldito viejo albino lascivo!

La segunda cosa que me atrae son los músicos chinos que tocan el violín de tres cuerdas chino en la calle o en el metro. Yo los llamo pasantes, porque actúan como cedazos del devenir, dejan pasar el mundo mientras tocan, con esa música de fábula china, esas melodías que son como algo haciéndose y deshaciéndose al mismo tiempo, las ruedas de un cochecito que no sabes si está aparcando o desaparcando. Siempre están colocados en perpendicular al flujo de cuerpos. Se saben invisibles y esperan ser tratados como tales. Creo que la moneda tienes que tirársela inconscientemente, con la mirada perdida, sin saber que la pierdes, como lo haría un pez si pagara por algo. De hecho, ellos también son bastante pez, siempre respirando aire sucio con la boca semi abierta. Tengo la fantasía de coger a uno de esos pasantes y ponerlos en el candelero, hacerles la gran putada, convertirlos en protagonistas, lo último que querrían. Subirlos a un escenario y preguntarles cosas. Parar el río e iluminarlo con focos americanos: “Oye, chino, queremos que nos cuentes… pero antes ponte este top de mariquita marca OVLAS… cuéntanos tu chiste favorito…“. Un monográfico de cuatro horas con el pobre chino como diva, con mucho baile y primeros planos. Seguro que estaría bien, pero no hay dinero.

Este Pasante se encontraba en el Metro. Estaba muy pendiente de que no lo fotografiaran, iba controlando todos los ángulos posibles al ritmo de la música y enseguida me pilló. ¡Jodido Don Nadie! Guardaba sus pertenencias y su ropa en los armarios metálicos que hay tras él (en ese sentido era un poco diva). Se los llevó a rastras cuando hubo terminado la jornada.

Para acabar, entremos en el río chino directamente y rescatemos al pez este de los bigotes, que yo lo tenía como algo muy chino, pero que en Google sólo encuentro como siluro y poca cosa más. Ni una palabra de China. Peces sabios y duros que han visto mucho río, bigotes tubulares y ojos ciegos, medio pez, medio dragón, medio viejo malhumorado. Cuanto más largo es el bigote más listo y puñetero es el pez. De verdad pensaba que estos peces eran el núcleo duro, la experiencia más intensa, de lo chino. Pensaba que los chinos visualizaban estos peces cada vez que apretaban fuerte para cagar o cuando en el colegio les pellizcaban un pezón y les obligaban a decir cinco marcas de cerveza, y mira tú por dónde, no ven nada en absoluto, sólo ven negrura, igual que los españoles. También pensaba que los gatos que se reían fuerte eran cosa china y por lo visto son producto del pueblo suizo.

(*) Estompar es una palabra que no existe y es una pena. Se la oí decir al dependiente de la tienda de materiales para maquetas de la facultad de arquitectura. Para él, estompar era algo así como encajar piezas a presión para lograr cierta consistencia y empaque en una estructura. La he usado durante años consciente de que vendía humo, pero es que es muy creíble y me gusta lo que designa. No es grave, hay gente que en vez de decir “ayer empezamos a jugar“ dice “ayer empecemos a jugar“.

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